Pablo Antonio Fuentes Duarte o "Pablito" como se le llama de cariño, es un personaje querido que despierta gran admiración en aquellos que han tenido la oportunidad de conocerlo o han escuchado hablar de él. Su baja estatura concuerda con el popular dicho: “las mejores fragancias vienen en frascos pequeños”, pues la grandeza de Pablito está en su nobleza, honestidad y humildad.
Este gran hombre de curiosa mirada y voz aguda, ha dedicado más de media vida a su trabajo; hace 26 años llegó por primera vez a la Universidad Libre como ayudante de obra, sin pensar que aquí encontraría la oportunidad de trabajar de manera permanente y que hoy esta institución se ha convertido en su segundo hogar.
Con sus lentes de protección, el tapabocas en su rostro, la faja negra ajustada a su cintura y las herramientas de trabajo a su lado, podemos ver todos los días a este gran trabajador realizando distintas labores, desde el arreglo de los jardines, recoger la basura, guadañar, fumigar e incluso, arreglos de plomería o de mantenimiento que la Universidad necesite; Pablito siempre está disponible para solucionarlo, por más trabajosa que sea.
En su bicicleta de cambios, sin importar que el día este lluvioso o soleado, Pablo siempre llega muy puntual a las 5:30 de la mañana, se acomoda su uniforme y comienza sus funciones. Cada pedalazo en su medio de transporte lo lleva de regreso a su casa en el barrio Motilones, allí como de costumbre, recarga energías con una buena comida casera, se da un merecido descanso mientras ve la televisión; aunque duerme poco, al otro día se despierta con las mismas ganas de llegar a la Universidad para hacer lo que más le gusta: trabajar.
Pablito es infatigable, ni los fines de semana son excusa para descansar, pues los aprovecha para embellecer su casa y disfruta cocinarle a su mayor motivación, doña María Magdalena Duarte, una señora de 77 años con quien vive y está muy agradecido no solo por haberle brindado la vida, sino por ser su compañía. Ella, es esa persona especial con quien comparte los frutos de sus esfuerzos, pues como él mismo dice, su mamá es, ha sido y será su único gran amor.
Pero no todo ha sido trabajo, Pablo ha vivido momentos muy agradables con sus jefes, compañeros y amigos, a su mente vienen varias imágenes que son imborrables, pues son la recompensa a su compromiso y lealtad con la Universidad; en especial recuerda aquel paseo que realizaron a Cartagena, ciudad de sus primeras experiencias de viaje y por supuesto de subirse en avión, que como es normal, al principio causa temor pero ahora dice con voz tranquila: "ya estoy acostumbrado a volar en avión, ya hemos ido a Santa Marta y a San Andrés dos veces, la segunda vez fuimos con el personal de planta, allá nos montamos en un crucero y conocimos la isla".
Este unilibrista es un ejemplo para todos aquellos que conocen su historia, él se ha convertido en un símbolo que representa el sentido de pertenencia por la Universidad y su compromiso, dedicación, honradez, responsabilidad, colaboración, entre otros valores, hacen de Pablito un personaje de admiración y respeto en la familia Unilibrista.
Katherín Xiomara Bernal
Universidad Libre